sábado, 26 de abril de 2025 00:02h.

KARLOVY VARY: EL CORAZÓN QUE LATE EN BOHEMIA

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Cuando el corazón del Emperador Francisco José quedó paralizado por la tristeza tras la muerte de su querida esposa Isabel –su bienamada Sissi- encontró de nuevo el latido de la vida en la tranquilidad de los verdes bosques de Karlovy Vary. En sus aguas termales sedantes, curativas, relajantes. En su límpido cielo y en sus aires purísimos encontró el regio visitante las fuerzas suficientes para seguir gobernando su vasto Imperio. En el magnífico Hotel-Balneario Pupp se conserva intacta la “Suite del Emperador” con su retrato y el de la Emperatriz, ya fallecida cuando él ocupaba estas habitaciones.

Al igual que el ínclito gobernante otros corazones tristes de políticos, músicos, literatos y personas famosas han ido acudiendo a este corazón latente de Bohemia, donde las penas se atemperan con el susurro de las fuentes termales distribuidas por toda la ciudad a temperaturas que oscilan entre los 30 y 70 grados. Los paseos sosegados por los senderos de los bosques de arces, abedules, abetos y pinos serenan el espíritu, y el aire puro y fresco de sus montañas penetra en nuestros pulmones revitalizando el organismo y rejuveneciendo las articulaciones.

En un lado del fabuloso Hotel Carlsbard Plazza hay una placa indicando que Sigmund Freud pasó allí algunas temporadas. Seguramente en la tranquilidad de este Hotel Balneario encontraría respuestas sobre el inquietante y misterioso mundo de los sueños. Mozart, Strauss, Beethoven, Goethe, Pedro el Grande de Rusia y el rey Juan Carlos de España se encuentran entre los visitantes de esta hermosa ciudad bohemia que, junto con las otras dos hermanas de Marianske Lazné (Marienbad) y Frantiskovy Lazné conforman el triángulo balneario más famoso del mundo.

Karlovy Vary. La ciudad y su historia

Situada al oeste de Bohemia, cerca de la frontera alemana, Karlovy Vary se construyó en 1350 en la profundidad de un hermoso valle por donde discurren apacibles los ríos Teplá y Ohré. Cuenta la leyenda que Carlos IV, rey de Bohemia y Emperador del sacro Imperio Romano Germánico estaba de caza en aquellos parajes persiguiendo a un ciervo y vio cómo éste caía desde un risco a unas aguas termales que brotaban en el valle. El ciervo quedó escaldado. El monarca se interesó vivamente por los diferentes manantiales que brotaban en la región y más tarde pudo comprobar él mismo los efectos curativos de las termas, ya que fue herido en la Batalla de Crecy y sus heridas fueron curadas con las aguas de la región. Entusiasmado por la belleza del lugar, mandó construir un castillo donde acudía a cazar, dándole al pequeño asentamiento categoría y dignidad hasta que se convirtió en una hermosa ciudad que a lo largo del siglo XIV va alcanzando considerable desarrollo y comienza a ser conocida entre la realeza europea que acude a comprobar las maravillas de sus aguas terapéuticas hasta convertirse en una de las ciudades-balneario más prestigiosas de Europa en los siglos XV a XVIII. A finales del siglo XIX se encargó a arquitectos austriacos la reconstrucción de la ciudad para dotarla del esplendor y lujo que correspondiesen a tan afamado centro. De esta época son las columnatas que adornan el centro de la ciudad, y los edificios y                   balnearios más lujosos y elegantes. Los cortesanos y nobles de casi todos los países que, en principio, acudían con fines deportivos –especialmente caza y pesca- amplían sus actividades trasladando los refinamientos de la corte y ofreciendo teatro, bailes y conciertos a cargo de los genios literarios y musicales  más destacados de la época, quienes a su vez se sometían a los tratamientos de sus aguas al mismo tiempo que la belleza del lugar inspiraba sus mentes creativas. A finales del siglo XIX y principios del XX la ciudad alcanza su máximo apogeo, como se comprueba en los edificios neoclásicos y de imitación renacentista que se levantan a orillas del río Teplá. Las columnatas y templetes de sabor dieciochesco cautivan al visitante, que discurre con su jarrita en la mano para beber de las diferentes fuentes diseminadas a lo largo de la ciudad. La Columnata del Huerto tiene influencia vienesa. La Columnata de la Fuente Termal o Vrídlo está canalizada y proyecta un chorro de 15 metros hacia el techo de un moderno edificio que hasta hace poco se conocía con el nombre del astronauta ruso Gagarin. Hoy día están desapareciendo los vestigios de la época de dominación comunista y el país dirige su mirada hacia Bruselas al ser miembro de la Unión Europea.

Por toda la ciudad se encuentran los productos típicos, que van desde las humildes y deliciosas obleas (con sabor a chocolate, vainilla, coco, menta, etc.) hasta la delicada porcelana o el impresionante cristal de Bohemia trabajado con esmero por los artesanos locales. El cristal “Moser” es conocido como “el cristal de los reyes” y “el rey de los cristales”. Nuestro rey Alfonso XIII encargó una cristalería de este lugar para su palacio. Otro típico souvenir es la “rosa petrificada” de color rojizo, producto debido a la sedimentación de las sales minerales. El licor de hierbas Becher es uno de los más populares recuerdos para los visitantes y tiene reputación mundial.

La ciudad cuenta con museo, teatro y una magnífica Orquesta Sinfónica. Es sede del Festival Musical de Otoño de Dvorak y del famoso Festival Internacional de Cine. La reciente película Las últimas vacaciones, protagonizada por Queen Latifah y Gerard Depardieu se rodó en gran parte en el Gran Hotel Pupp.

Aguas curativas y tratamientos

Fernando I de Habsburgo, rey de Bohemia y hermano del Emperador Carlos I de España y V de Alemania (siglo XVI) gobernaba un territorio interior sin salida al mar. Consciente de los problemas que suponía la importación de sal para usos culinarios y diversos, pidió al médico e investigador Pager que realizase un estudio de las aguas termales de Karlovy Vary para ver qué grado de salinidad poseían y decidir si podían ser utilizadas. Tras un análisis concienzudo Pager informó de que esas aguas poseían una gran riqueza mineralógica, pero no la codiciada sal de cocina. Descubrió sin embargo que, por la composición de los minerales existían doce tipos de aguas termales diferentes. A partir de ese descubrimiento se fueron investigando las propiedades curativas de las aguas, que abarcan desde los trastornos digestivos o hepatitis hasta enfermedades de la piel o desórdenes funcionales de la espina dorsal. El caudal de los manantiales termales es de 2.000 litros por minuto y en 24 horas suben a la superficie unas 18 toneladas de sales minerale

El agua como elemento curativo

La ingestión de las aguas durante varias veces al día tiene efectos positivos en el tratamiento de los sistemas digestivo y motriz. La más famosa de las 12 fuentes que existen en la ciudad es la de Vrídlo, cuyas aguas alcanzan los 72 grados centígrados. Pero la ingestión no es el único remedio. Es necesaria la aplicación de baños en las aguas mineralizadas, así como los barros de la tierra impregnada de los mismos minerales. La riqueza del agua y de la tierra se aprovecha también para la fabricación de jabones, sales de baño, dentríficos, etc. El agua y la tierra son elementos básicos de la naturaleza, que sin embargo son despreciados muchas veces por el hombre moderno, que encuentra en los laboratorios remedios químicos para la curación de nuestros males.

Vincenc Priessnitz, llamado el médico de las aguas, fundó el primer sanatorio de hidroterapia en el mundo. Nacido en 1799 en Jesenik (entonces la Alta Silesia) sufrió de pequeño un accidente que le rompió las costillas. El médico diagnosticó una parálisis absoluta, pero el niño había observado cómo un corzo se curaba sumergiéndose en un manantial y decidió imitar al animal sumergiéndose en aguas frías y calientes y aplicándose compresas de agua fría. En un año estaba curado. Durante toda su vida se dedicó a curar a sus vecinos llegando a adquirir gran fama, por lo que convirtió la casa de sus padres en un pequeño sanatorio de hidroterapia. En 1826 sus métodos curativos llegaron a oídos de la corte de Viena, donde acudió para tratar a un miembro de la familia imperial. A partir de ahí príncipes, duques, generales, literatos y artistas acudían al balneario para ser tratados de sus dolencias, a pesar del régimen espartano a que eran sometidos: levantarse temprano, tomar un baño frío, caminar descalzo en el rocío de la mañana, ducharse bajo un manantial en el campo, cortar leña, quitar nieve y para comer un régimen muy parco consistente en pan, leche y agua.

El misterio de la fuente nº 13

Los habitantes de Karlovy Vary explican a los visitantes con orgullo la localización de sus famosas 12 fuentes cargadas con elementos minerales de grandes efectos curativos. Pero se reservan una fuente adicional: la fuente 13, que no figura en ningún catálogo turístico. Esta fuente mágica no es otra que el licor de las mil hierbas, el Becherovka. La composición de este licor es un misterio tan solo conocido por dos personas que están en la cúpula de su fabricación, pero lo que sí es seguro es que el componente base, el milagro del licor, está en las aguas de la región. A partir del agua se elabora este licor con más de una docena de hierbas medicinales procedentes de todas las partes del mundo, desde los Pirineos hasta el Camerún pasando por Pakistán, Indonesia o la India.

A principios del siglo XIX el farmacéutico Jan Becher realizó una serie de experimentos en su laboratorio, mezclando hierbas, especias, agua y alcohol hasta dar con la fórmula mágica de la fuente nº 13. Con paciencia y fe Becher pesaba cada uno de los ingredientes y luego los iba mezclando cuidadosamente hasta conseguir el porcentaje exacto requerido. Hoy día el proceso se sigue haciendo con toda meticulosidad: el pesaje y la mezcla de las hierbas se realiza una vez por semana por parte de uno de los dos conocedores de la receta, estando aislado dentro de una cámara acorazada. La mezcla se introduce en sacos que se sumergen en unos tanques de alcohol. Después de una semana, el líquido resultante se vierte en unos barriles de roble donde se mezcla con agua y azúcares naturales, y reposa ahí tres meses. Trascurrido este tiempo se va cambiando el contenido de todos los barriles hasta que se consigue el sabor deseado. Y solo entonces se procede al embotellamiento para su venta.

El agua, una vez más, ha conseguido ser el aglutinador de un proceso que lleva a la curación de enfermedades del aparato digestivo. Karlovy Vary es el corazón que mueve al gigante bohemio. El agua y la tierra derraman sus bondades produciendo curaciones. El lugar de peregrinación está señalado. Solo hay que acudir para ser arrastrado por sus encantos y sus efectos curativos.

Aurora Perez Miguel