viernes, 25 de abril de 2025 06:58h.

EL CONCEPTO DE LA ANESTESIA

La anestesiología, en su origen, encuentra su razón de ser en el dolor quirúrgico, pero esta función, errónea y simplificada, va mucho más allá del quirófano para convertirse en una disciplina integrada y polivalente.

                                                                                                                                                                                             “La Vigilancia constante es el precio de la seguridad.... .... porque algunos deben asegurar el descanso de otros”.Hamlet.

La Sociedad Española de Anestesiología y Reanimación (S.E.D.A.R.), define la Anestesiología como la ciencia médica que se ocupa del alivio del dolor y cuidado sistémico del paciente quirúrgico antes, durante y después de la cirugía. En la actualidad esta especialidad trasciende el ámbito del quirófano, y entre sus funciones se encuentra el tratamiento del dolor y el manejo de cuadros clínicos críticos y situaciones de emergencia dentro y fuera de los hospitales.

El Hospital General Universitario de Alicante, cuenta con un Servicio de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor, Servicio que dirigí hasta mi jubilación, de referencia provincial. Este Servicio se estructura en cinco unidades de gestión clínica que se corresponden con sus cinco procesos fundamentales: analgesia obstétrica, pacientes críticos, tratamiento del dolor, anestesia o sedación fuera de quirófano y, por supuesto, anestesia para pacientes quirúrgicos, que comprende a su vez tres unidades asistenciales básicas: cirugía programada, cirugía de urgencia y diferida, y cirugía ambulatoria o sin ingreso.

La Anestesia se trata de una disciplina integral. El tratamiento del dolor es la esencia de la anestesiología, sin embargo, actualmente sabemos que esto es una dimensión más dentro de un acto quirúrgico que, a parte del tratamiento del dolor, puede incluir aspectos tales como la sedación, la hipnosis, la relajación muscular, la protección de reflejos indeseables, los bloqueos nerviosos centrales y periféricos, y en definitiva y en lo que se resume la labor del anestesiólogo en quirófano: la protección del paciente ante la agresión quirúrgica. El anestesiólogo, por tanto, pasa no solo a tratar el dolor relativo a la cirugía sino la totalidad de un paciente.

En efecto, hoy en día el anestesiólogo es contemplado como el especialista “peri operatorio”, es decir, el encargado del cuidado médico del paciente durante todo proceso quirúrgico. Ello incluye el estudio y preparación del mismo antes de la intervención, así como la supresión del dolor y la vigilancia de las constantes vitales durante la cirugía; cuidados que, en consonancia con el equipo de cirujanos, continúan tras la operación y hasta que el paciente esté en condiciones de volver a la sala de hospitalización.

Para garantizar la máxima seguridad en el quirófano, en la consulta pre anestésica se evalúa la condición física de los pacientes y su riesgo a ser sometidos a una intervención. De esta forma se planifica la anestesia, se genera un informe clínico. Se le aclaran las dudas que pueda tener el paciente, se le tranquiliza de la ansiedad lógica ante lo desconocido y se le pauta la medicación necesaria para optimizar su estado según su patología.

En el quirófano, ciertamente, es donde el anestesiólogo realiza la parte más delicada de su trabajo: controlar las funciones vitales del paciente a partir de sofisticados sistemas de monitorización electrónica y la administración de medicaciones para mantener el estado de inconsciencia y regular el ritmo cardíaco, la tensión arterial, la respiración y las funciones renal y cerebral. En definitiva, el anestesiólogo protege al paciente de la agresión que significa la cirugía y de su interacción con la patología previa.

La posibilidad de intervenir en los procesos fisiológicos se ha ampliado considerablemente en estos últimos años y de esta forma, el anestesiólogo no sólo suspende el estado de conciencia del paciente y con ello la percepción del dolor, sino que también puede controlar a voluntad estas funciones.

Puede abolir la sensibilidad en una región reducida o extensa del cuerpo, suspender premeditadamente la respiración espontánea o anular durante largo tiempo la actividad de los centros respiratorios o incluso el estímulo fisiológico de la respiración. A su vez, bloquea la conexión entre nervios y músculos y paraliza el cuerpo. Inhibe la función de los ganglios autónomos.

Se puede, por tanto, influir sobre funciones vitales como la sensibilidad, percepción, conciencia, respiración, circulación, conducción nerviosa y metabolismo.

Corresponde pues al anestesiólogo clínico regular, de forma conveniente y controlada, estas modificaciones fisiológicas en un paciente en el que además se combinan circunstancias desfavorables como son enfermedad, intervención quirúrgica, hemorragia, edad, etc.

Pues bien, este carácter dinámico que vemos va implícito en nuestra especialidad ha sido una de las directrices que ha ido marcando la evolución de la misma. Quizás la primera de ellas fue la que cambió el término de anestesia como sinónimo de práctica rutinaria por el de anestesiología, como un vocablo que ya define una auténtica ciencia médica.

Sin embargo, no se puede pensar nunca que nuestra actividad como anestesiólogos va a finalizar cuando acaba la operación, puesto que ni la metabolización de los fármacos ni la respuesta orgánica endocrino – metabólica a la agresión quirúrgica finaliza cuando se sutura la piel, o cuando termina la intervención. Nació de ahí una nueva dimensión más de la anestesiología: el cuidado y control del paciente en el periodo postoperatorio. Durante esta fase de recuperación, el anestesiólogo inicia el tratamiento necesario para atenuar el dolor y las molestias del paciente tras la operación, así como las acciones clínicas necesarias encaminadas a revertir la acción de los fármacos y restablecer lo mas pronto posible la normalidad del estado de salud del paciente.

Dijimos que el tratamiento del dolor quirúrgico supone siempre la esencia de nuestro quehacer. Pues bien, hoy en día, el tratamiento del dolor está muy dimensionado, y lo hace en dos vertientes.

Por un lado, existen las unidades para el tratamiento del dolor crónico, en donde se atiende todo tipo de patología que curse con dolor crónico, sea éste o no neoplásico. Por otra parte, se crean las unidades de tratamiento del dolor agudo, intentando no sólo el mayor confort posquirúrgico o postraumático del paciente, sino también intentando obviar todas las alteraciones producidas por el hecho mismo del dolor.

Por tanto, en un planteamiento de futuro, y en concordancia y convergencia con la Unión Europea, definimos la Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor como «una especialidad médica cuyo objetivo es procurar la asistencia a todo paciente en situación crítica actual o potencial y controlar, mantener y/o restaurar la homeostasis en todo paciente que vaya a ser sometido a procedimientos diagnósticos o terapéuticos invasivos o de explante de órganos; el diagnóstico y tratamiento de todo síndrome doloroso; así como la docencia, la investigación y todos los aspectos de gestión relacionados con la anestesiología, reanimación y terapéutica del dolor.

Roque J. Company Teuler

Doctor en Medicina y Cirugía Especialista en Anestesiología y Reanimación